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Aquello de que “la vida es una milonga” es realmente cierto.
La milonga es mucho más que un lugar de diversión y encuentro. Es también una burbuja, un nido especial en donde no entran los de afuera.
Y hay montones de historias que se tejen alrededor de la inocente mesa, son su mantel usado, cómplice de confesiones y rencores.
La paica, la percanta, la papusa, Malena, cuya voz perfuma y hasta el mismísimo Carlitos Gardel, deben estar sonriendo en su limbo de tango, en el centro mismo de la pista.
Y nadie queda indiferente cuando en un tango bien bailado, por un instante todo coincide…
Y baile y cuentos se confunden en esa magia del abrazo.
La milonga es mucho más que un lugar de diversión y encuentro. Es también una burbuja, un nido especial en donde no entran los de afuera.
Y hay montones de historias que se tejen alrededor de la inocente mesa, son su mantel usado, cómplice de confesiones y rencores.
La paica, la percanta, la papusa, Malena, cuya voz perfuma y hasta el mismísimo Carlitos Gardel, deben estar sonriendo en su limbo de tango, en el centro mismo de la pista.
Y nadie queda indiferente cuando en un tango bien bailado, por un instante todo coincide…
Y baile y cuentos se confunden en esa magia del abrazo.